Medita En Esto

Había nacido en un hogar bueno con todas las bendiciones de Dios sobre su vida.  Durante toda su niñez el amor de su madre nunca faltó y el consejo sabio de su padre siempre abundó.  Sin embargo, al llegar a los días de su juventud, Sansón decide hacer las cosas a su manera.  Tanto Dios como sus padres, le habían advertido que las mujeres Filisteas no eran buenas para su vida.  Sin embargo, Sansón se buscó esposa entre las mujeres Filisteas.  Después de una fiesta celebrando su matrimonio, Sansón es traicionado por su esposa la cual reveló a sus enemigos la respuesta a un enigma.  Dejando a la mujer, regresa al campamento de los Israelitas y Dios tiene misericordia de Sansón.  Sin embargo, Sansón vuelve a encontrarse con otra mujer Filistea llamada Dalila, de quien se enamora desmedidamente.  La Biblia dice que Sansón le revela a Dalila la fuente de las fuerzas sobre-naturales que Dios le había dado: “Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre.  Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres…”  Armada con esta información, mientras Sansón dormía sobre sus regazos, Dalila toma una navaja y le rapa el cabello de su cabeza.  Al despertar, se encuentra sin fuerzas y en manos de sus enemigos los cuales le sacan los ojos y le encadenan para que moliese en la cárcel.  Un día, los Filisteos hacen una fiesta y mandan a buscar a Sansón para espectáculo y ridículo de todos.  Sansón es puesto entre dos columnas y en eso, levanta su cabeza a los cielos y le pide a Dios una segunda oportunidad.  Él pide que le conceda las fuerzas una última vez para destruir a los Filisteos.  En eso, Sansón empuja las columnas del gran templo donde estaban todos congregados y derrumba todo encima de los Filisteos.  Aunque ante los ojos humanos Sansón no merecía una segunda oportunidad, al clamar a Dios, Él se la concedió.  Qué bueno que Dios no es hombre y siempre está listo para darnos una segunda oportunidad si tan solo se la pedimos…   Medita en esto…


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